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domingo, 12 de enero de 2014

Re-comienzo


En enero comienza la nueva etapa escolar, personalmente, la más difícil, la más larga; la etapa en la que hay que ponerle más interés a cada pequeña cosa que se vaya haciendo con los alumnos. 

Antes de intentar afrontar enero con una sonrisa nueva en la cara y una esperanza renovada en el corazón, me gustaría poder recordar una sensación que me llevé en diciembre, terminando el año con mis alumnos:

Con mucho trabajo y dedicación fuimos capaces de sacar adelante con nuestros alumnos un festival de Navidad. Adaptado todo a nuestra realidad: no teníamos teatro, apenas tuvimos participación de alumnos, duró únicamente media hora y la preparación fue escasa.  
No quisiera ser tremendista, pero no fue de las actividades más grandes jamás desarrolladas por la historia de un colegio.  
Los alumnos y alumnas respondieron; en mayor medida las alumnas, le dieron una importancia considerable, todo si lo miramos desde el crital de la relatividad que nos da el trabajo con este colectivo. 

Lo cierto es que las sensaciones que se desprendieron de esta actividad fueron dos: 

La primera tiene que ver con algo que ya sabía, pero que viene genial poder recordar. Para que una actividad funcione con los alumnos, tiene que creerselo primero el profesor. Si a cada pequeño detalle le damos valor, le damos una importancia suma y se lo mostramos asi a los alumnos, los alumnos lo reciben como tal y nos lo devuelven. Ellos se implican en las actividades siempre y cuando vean que su profesor o profesora se implica tambien y se lo cree, se ríe con ellos, se pone nervioso igual y pelea como pelearían ellos para que todo salga adelante.




La segunda reflexión tiene que ver con el diseño de actividades para colectivos determinados. Creo que caemos constantemente en un error, un pensamiento que siempre nos viene a la cabeza cuando planeamos una actividad con un grupo de alumnos que sabemos que presenta necesidades diferentes al resto. Ese pensamiento tiene que ver con que determinadas cosas nunca se podrán hacer con ellos, es como decir de una manera escondida que nuestros alumnos no está a la altura de estas actividades. 
Es falso. 
La normalidad es la que marca la diferencia
Piensa un poco esto, deteninamente. Parece tan obvio, tan evidente. Pero la verdad es que eso se está olvidando actualmente en el sistema.








Con los grupos de alumnos inmersos en diversificación, aulas de integración o grupos más conflictivos, la normalidad es lo último que se busca.  Se les separa del grupo- clase, no van a excursiones, cumplen castigos y expulsiones. La normalidad es lo último que marca su vida y su desarrollo escolar. 
A lo mejor ahi es donde nos hemos perdido, donde les hemos perdido.
Es importante combinar la idea de  darles una atención adaptada a sus necesidades con la idea que nunca jamás debemos olvidar, la idea de que son alumnos y alumnas, normales

Probablemente ya tendrán suficiente extraordinariedad en su vida como para vivirla también en su vida escolar.

En la normalidad del día a día es donde se pueden estudiar y trabajar los casos más complejos, donde se les puede dar respuesta y en todo caso, podría ser en esta normalidad donde se encuentre la respuesta para ellos que ha estado oculta durante mucho tiempo detrás de falsas políticas de adaptación, de integración y de, porqué no decirlo, triste exclusión. 


Hasta de la más profunda oscuridad sale siempre un fogonazo...

Hasta de la más profunda oscuridad sale siempre un fogonazo...